martes, 5 de noviembre de 2013

La Fageda d'en Jordan / Garrotxa


La Fageda es un bosque de hayas situado sobre la lava de un volcán apagado.
La Fageda d´en Jordá se sienta encima de una colada de lava procedente del Volcán Croscat uno de los 40 volcanes ya extinguidos que forman parte del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, este hayedo se encuentra en una situación privilegiada a sólo 550 metros de altura y en una zona plana entre los municipios de Santa Paú, Olot y Les Preses y se ve favorecido por la gran humedad ambiental y el buen drenaje de la roca volcánica.
Es un bosque único en Cataluña además de bien conservado por el que apetece pasear tranquila mente por debajo  de sus frondas.
"Conjunto de hojas o ramas espesas", y escuchando el ameno canto de los pájaros que nos acompañan durante este agradable paseo que da esa tranquilidad, y felicidad que da el bosque, la olor de sus plantas, al respirar el aire tan puro que tiene es lo que nos da la naturaleza.
Hay una frase que nos dice muchas verdades:
“ Sabes cual es la diferencia entre la escuela y la vida?
Que en la escuela, primero aprendes una lección, y luego te ponen una prueba.
Y en la vida, te mandan la prueba y luego aprendes la lección “

Por eso hay que aprender de la naturaleza que nos da todo en esta vida lugares tan hermosos para ver y poder sobrevivir respete mola y no la destruyamos.


martes, 15 de octubre de 2013

Sobrarbe / Huesca




La falsa de nuestra casa, a los que vemos crecido por estas tierras, evoca algo misterioso, mezcla de olvido reencuentro: las cosas se mandaban de la falsa para que no estorbaran; pero, por otra parte, siempre era obligado ir a rebuscar algo que, de momento, le encontraban utilidad. Por las noches cuando silbaba el viento, o los gatos aullaban, la verdad creo que todos nos resistíamos a subir. Eran otros tiempos que evocamos en Monte  Perdido de la mano y la memoria de Luis Buisán.
El turismo que nos visita no ha llegado a conocer la falsa en las casas de los pueblos deshabitados; la última plata del edificio debajo del tejado.
Allí me ponía a rebuscar objetos cuando tenía siete u ocho años. Y se podía encontrar desde una cama hasta una especie de cosa extraña: una reliquia dentro de un recipiente de cristal envejecido, o de un saquito de tela gruesa, atado y empolvado.
Decían que aquellas cosas no se debían abrir para curiosear lo que había dentro, porque perdían el mérito. En cuanto a la cama se solía utilizar en verano para echarse una siesta, y para dormir algunas personas de la casa en fiesta mayor, y así liberar otra cama para los huéspedes.

En la falsa se acumulaban cantidad y variedad de cosas. Se hacía servir de granero y almacén, donde se guardaban algunas cosechas de año. Desde el otoño hasta la primavera había varias clases de víveres procedentes de campo: sacos con legumbres (judías) de varias clases y colores, el saco de las nueces, ristras de ajos y cereales varios en pallunzas llenas de grano; trigo, centano, cebadas, avena. También ocupaba su espacio de año en año la parva de cebollas sobre el piso de tarima, de losa o de buro, junto a la parva de manzanas de tres o cuatro clases, que aguantaban hasta el mes de marzo.

Cestas vacías y capazos, el almud, el cuartal y pequeñas arcas. Extractos de plantas medicinales. Las argaderas de ir a buscar agua con la burra, los banastos de llevar a vender cerdos a la feria, los cuévanos de cuando había viñas, antes de que la plaga de filoxera matase las cepas. Algunos fajos de mínbres. (Las patatas y calabazas en la bodega, al lado de las cubas de vino).


Palos clavados en la pared con esquillas y sus correspondientes collares de madera de pino. Pucheros, tinajas y ollas inservibles. Manojos de paja de centano para rellenar colleranes, albardas y aparejos, complemento de la lana de oveja. Sacos llenos de lana, cierres de cáñamo (una especie de copos a punto para hilar), también había estopa, la devanadera…
No podían faltar varias, clases de trampas para cazar conejos, liebres y perdices. Y algunas herramientas. Entre la falsa y la bodega podríamos haber montado un pequeño y completo museo etnológico.

Incluso había una gran ventana para ponerse a contemplar el mal tiempo. Allí el viento, los truenos y la lluvia retumbaban como cosa mala.


Los ruidos en la falsa de noche y al oscuro, pues no había luz, y las teas resultaban peligrosas era cuando uno se imaginaba que habitaban allí todos los seres raros y malignos del mundo: duendes, brujas, espíritus demonios, fantasmas…Aquellos ruidos… y a lo peor podría ser una rata intrusa. A veces en la oscuridad brillaban dos ojos. Eran los de la gata.


Zagal, sube a la falsa a buscar dos cebollas y una botella de tomate en conserva para cenar. Madre, de noche tengo miedo.